La creciente preocupación por la enfermedad de las vacas locas o encefalopatía espongiforme bovina (EEB), una enfermedad degenerativa y siempre fatal del sistema nervioso central de las vacas que afecta mayormente a las vacas lecheras, y su equivalente humana conocida como enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ), que se caracterizan por la destrucción paulatina de la médula espinal y el cerebro -que presenta alteraciones en forma de esponja al ser examinado al microscopio-, ha convulsionado los hábitos alimenticios de millones de personas que por primera vez empiezan a cuestionar la hipocresía de los mensajes tranquilizadores de políticos y ganaderos -carentes de credibilidad-, conscientes, quizá por primera vez, de la proliferación de substancias peligrosas, legales e ilegales, en las explotaciones ganaderas, entre las que se encuentran: antibióticos, hormonas, y piensos deliberadamente preparados con harinas de carne y de huesos, destinados a formar parte de la alimentación de animales herbívoros, con graves y trágicas consecuencias para todos: los animales, los seres humanos y el medio ambiente. Según se ha podido determinar estos productos contaminantes son el vehículo ideal de enfermedades e infecciones tan fatalmente peligrosas como la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), producida por el virus o prión mortal mutado procedente de los despojos de ovejas enfermas de escrapia que se añaden al pienso de las vacas -junto con otros desechos animales-, con tan imprevisibles consecuencias que quizá sólo representen un anticipo de la factura que todos tendremos que pagar por condenar y someter a millones de seres sensibles a una vida corta y antinatural llena de privaciones y sufrimientos totalmente injustificados y carentes de ética.
http://www.ivu.org/ave/vacaloca.html
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