A pesar del obstáculo que la ilegalidad de ciertas sustancias supone para la recogida de datos precisos, un estudio australiano estima que, aproximadamente, una de cada 20 de personas consumió el pasado año algún tipo de droga. Esta incertidumbre no sólo impide conocer con exactitud el coste sociosanitario de este fenómeno sino que dificulta el diseño de "políticas inteligentes" para combatir el problema.
Ésta es una de las conclusiones del trabajo presentado en la revista 'The Lancet' como parte de una serie de artículos acerca de las drogas ilegales. Los autores subrayan que se trata de "una importante consecuencia, aunque no planeada, de la prohibición del consumo de ciertas drogas", un problema que está más extendido en los países con ingresos altos y aquellos próximos a las zonas de producción.
En cuanto a la tendencia del consumo, el estudio hace hincapié en la disparidad de los distintos análisis, probablemente originada por la falta de información de calidad. Mientras que algunos informes, como el de la Oficina de Drogas y Crímenes de Naciones Unidas, hablan de una reducción del uso de estas sustancias, otros, como el informe elaborado por RAND para la Unión Europea, concluyen que ha aumentado.
Aunque no existe un remedio único capaz de funcionar bien en todos lados, "las políticas inteligentes de respuesta al problema de las drogas necesitan mejores datos sobre la prevalencia del consumo de las distintas sustancias y sobre los daños que provocan a los usuarios y la sociedad", subrayan los autores.
La dependencia es el principal problema
Oceanía lidera el consumo de cannabis y anfetaminas, mientras que Norteamérica es el principal mercado para la cocaína. Estas tres sustancias, junto con los opiáceos (heroína, morfina...) son las más populares o, al menos, de las que más datos se dispone. La falta la información acerca del uso de otras drogas como el éxtasis (MDMA), los alucinógenos o los esteroides anabólicos, ha llevado a los autores a no analizarlas.
Los datos recogidos en este trabajo señalan que 125-203 millones de personas consumieron cannabis al menos una vez durante el pasado año,14-56 millones tomaron anfetaminas, 14-21 millones, cocaína, y 12-21 millones, opiáceos. De todos ellos, entre 15 y 39 millones son usuarios problemáticos y entre 11 y 21 millones las consumen por vía parenteral.
Del mismo modo, el cálculo del coste sociosanitario asociado con el uso de estas sustancias ilegales es también difícil. Sin embargo, los autores subrayan cuatro efectos adversos como los principales culpables: la intoxicación aguda (sobredosis), las consecuencias inmediatas de la intoxicación (lesiones, violencia), la dependencia y los efectos de su uso crónico (secuelas físicas, psicológicas).
Teniendo en cuenta los datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2004 fallecieron 250.000 personas por culpa de las drogas ilegales, frente a los 2,25 millones de víctimas del alcohol y los 5,1 millones de víctimas del tabaco.
En los países desarrollados, el coste se deriva principalmente de la dependencia, los opiáceos y la administración por vía parenteral. "La mayor parte del coste atribuible al uso inyectado se puede prevenir o reducir a través de programas de agujas y jeringuillas, el tratamiento sustitutivo y la terapia antirretroviral [para el VIH]", subrayan los autores. Tal y como concluye el estudio, el gasto "empeora probablemente" por la estigmatización, el encarcelamiento de los usuarios y el escaso interés de los políticos por subvencionar estos programas.
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